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La América de los Wu Ming habla mohawkEntrevista de Antonio Sansonetti a Wu Ming 4, del sitio del semanario boloñés "La Stefani" [número 12 - jueves 1º de marzo de 2007][Es difícil sostener y seguir el hilo de ciertos discursos. por Antonio Sansonetti Rara ciudad es Bolonia: acoge a los cinco escritores del colectivo Wu Ming ("Sin Nombre" en chino mandarín) y casi ni hace caso. Al ver a Wu Ming Sì (Wu Ming 4), boloñés y comprometido desde hace tres años en las luchas internas de la boloñísima Sala Borsa, donde trabajaba como auxiliar de bibliotecario, no se puede resistir la tentación pedirle una "opinión" sobre el lugar donde vive. Pero el tema parece no caerle bien, además, el colectivo vende varias copias más allá del Savena y el Reno -es más, se cuentan entre los italianos más leídos en el extranjero- y sus novelas no se desarrollan exactamente bajo los pórticos. En la última, se han concentrado en un tema no muy regional: los orígenes de los Estados Unidos de América. Para quitarnos el capricho: Bolonia. Leyendo las entrevistas a los personajes que viven en ella, la moraleja parece ser: nada nuevo bajo las dos torres, o todo va mal, señora baronesa. «Por esto no queremos unirnos a esta cantinela: en todos los bares se habla de Cofferati, no es necesario que nos pongamos a hacerlo también nosotros. Vivimos aquí porque es donde tenemos a nuestras amistades y familiares. Quienes tienen hijos los llevan a la guardería, el lugar donde hacemos nuestras reuniones está dentro del territorio municipal, pero puestos a decir si nosotros vivimos la ciudad, la respuesta es no, sin remordimientos, ni por nuestra parte ni por parte de la ciudad, creo. Y además me pregunto: ¿es tan importante Bolonia? ¿Es tan importante el destino de Bolonia? ¿No es un poco provinciano pensar que este es el ombligo del mundo? Si se va a entrevistar a Mc Ewan: ¿acaso se le pregunta si piensa que el alcalde de Oxford es un gilipollas? Nadie lo hace. Además no tenemos mucho para decir, porque durante los últimos cuatro años nos hemos teletransportado a otro continuum temporal y a otro continente, a caballo de ambas márgenes del Atlántico. Estábamos en otro lugar con el trabajo, y este es nuestro privilegio. Es lo que hacemos, contar historias, y esta novela que se publica el 20 de marzo es la primera que hacemos en la cual no hay referencias a Italia, Italia como escenario, por lo tanto, no es que estuviéramos lejos de Bolonia, estábamos totalmente alejados del país...» Pues entonces a "Manituana", un título enigmático que sugiere un contraste con "Americana", la colección editorial a cargo de Elio Vittorini, con la cual contrabandeaba palabras de libertad bajo la autarquía cultural fascista. Quizás la imagen de América que hoy vosotros queréis importar es diferente. «Allí había una intención de arraigar la cultura americana, traerla a Italia con su carga de innovación. Una operación que había comenzado aún antes de Pavese, fundamental para la historia cultural de este país. Pero va por otro lado: "Manituana" significa "el jardín de Dios", y es un título que se entiende solamente después de haber leído el libro. La idea que nos ha impulsado es la de apuntar a América, pero con una perspectiva completamente distinta a la que estamos acostumbrados hasta ahora. Al fin de cuentas hay dos enfoques predominantes: el de la protesta contra el imperialismo yanqui, y el contrapuesto, el de la exaltación de los aspectos libertarios, liberales y democráticos del gran país. En realidad, son dos caras de la misma moneda, se determinan históricamente, predomina uno u otro según el momento. Es indudable que ahora América es un problema planetario. Y hemos apuntado casi en forma automática al corazón palpitante y putrescente del problema mundial». ¿Ha sido difícil encontrar el corazón palpitante y putrescente? «Ellroy, al principio de "American Tabloid" decía que ‘los americanos ya estaban podridos en el Mayflower’. Sin ir tan lejos, buscábamos el punto de origen de la situación actual. Pero no intentábamos demostrar una teoría: nos interesaba experimentar una especie de ucronía, es decir tratar de imaginarnos un mundo sin los Estados Unidos de América. Una operación a contrapié, para dar un vuelco. ¿Qué hubiera sucedido si... ? ¿Y "qué tal si" Washington hubiera perdido?» Casi como en “Sólo nos queda llorar” [con Troisi-Begnini]... donde hasta impiden partir a las carabelas. «Algo por el estilo. En realidad, mientras leíamos y nos documentábamos sobre la revolución americana, sobre los nativos, hemos descubierto que el "y si" ya estaba en las crónicas históricas, no era necesario escribir una novela de historia-ficción, porque la historia-ficción es la que nos han contado: la conseja sobre la revolución americana que nos han transmitido recoge tan solo una pequeña y estrecha mirada sobre los acontecimientos, que ya entonces habían involucrado todo el planeta. "Manituana" no es una novela sobre una revolución traicionada, como podría ser "Q". "Manituana" es una novela realmente "del lado equivocado de la historia". Que es el lema que estamos usando para la publicación. Es intentar ver las cosas desde el otro lado. Pienso que desde este punto de vista estamos con la tendencia porque, si se permiten las comparaciones, Clint Eastwood está haciendo lo mismo en el cine con la Segunda Guerra Mundial. Ahora se está por estrenar la continuación de "Banderas de nuestros padres": desde el punto de vista de los japoneses». "Del lado equivocado de la historia" habéis hallado tanto material que entonces decidisteis escribir tres novelas. «Sí, serán tres historias, no una trilogía: no serán consecutivas, sino paralelas. En la primera están los indios, los del último cuarto del el siglo XVIII, que son muy distintos a los que vimos en el cine: los indios de los westerns son los sioux, son los indios de Toro Sentado y de Gerónimo, de las grandes praderas, que fueron exterminados en el siglo XIX con la conquista del Oeste. Habría que desmentir también una serie de tópicos sobre los "pieles rojas". Bastantes. El primero es esa suerte de darwinismo social según el cual creemos que el genocidio de los indígenas americanos era inevitable: porque cuando una cultura que está desarrollada tecnológicamente y choca con otra más atrasada, la más atrasada está destinada a sucumbir. Esta visión no sólo es darwinista sino que además está distorsionada, porque cuando Benjamin Franklin buscaba los principios para la Constitución Americana se orientó hacia la Confederación de las Seis Naciones iroquesas que vivían en la zona comprendida entre la colonia de Nueva York, la región de los Grandes Lagos y la actual frontera canadiense. Era una nación de hecho, tal como hoy podemos concebirla: con ciudades, campos labrados, una economía basada sobre la agricultura, la caza, los intercambios comerciales con los blancos, abrigos de pieles, etc. Un consejo para tomar las decisiones, un modelo político proto-parlamentario. Hasta el punto que la idea de federar naciones distintas, porque eso eran las colonias antes de la independencia, Franklin la tomó precisamente de allí y no de algún estado europeo. ¿Quién era el más atrasado y el más avanzado en aquel entonces? Lo cierto es que esa nación, desarrollada y estable -no hablamos de los nómadas de las praderas del lejano oeste- fue barrida. Esto es historia». "Manituana" narra una peripecia coral, es producto de una escritura colectiva, pero se prepara para convertirse en algo aún más "plural". «La apuesta que pretendemos hacer es la de "construir un mundo", un universo creativo alrededor de "Manituana", utilizando no sólo la escritura, sino también la música y las artes visuales. No queremos hacerlo solos, nosotros los Wu Ming, por eso hemos involucrado algunos amigos, pero estamos intentando invitar a los lectores que se apasionen con estas historias a que participen. Un primer paso es entrar en el sitio, www.manituana.com donde hay algo de material para introducirse en este mundo. Descargando Google Earth se puede navegar en los lugares de la novela: como son actualmente, o superponiendo un mapa histórico, como eran en el siglo XVIII. Siempre en el sitio, hay un trailer propiamente dicho de un minuto y medio. Y también están los prolegómenos, cinco relatos de aproximación, que se divulgaron antes de la publicación de la novela. Después hay un segundo nivel, reservado a quienes ya hayan leído la novela. Hay una contraseña para entrar que se podrá deducir en las últimas páginas de "Manituana"». Algo así como con los contenidos extras en un DVD «Es parecido, pero nosotros queremos que estos contenidos se incrementen. Algunos ya han comenzado: ya hay música relacionada con la novela, diseños, ilustraciones, un videojuego...» Se puede decir, hablando del nacimiento de una nación, que vosotros queréis fundar una nación (creativa)? «Si decimos "nación" en el sentido mohawk, puede que el tema nos interese. Pongamos que queremos fundar una comunidad más que una nación. Pero no la puedes crear con un acto divino, con un dedo, pulsando un botón. La puedes crear sólo si consigues despertar curiosidad, apasionar a alguien que luego pone algo de sí». Producción colectiva y anónima de novelas, obras impuestas a los editores bajo el signo copyleft -es decir que se pueden reproducir libremente- e impresas en papel reciclado: ¿Podría decirse que, mientras hay un partido que a duras penas intenta "refundar" el comunismo, vosotros ejercitáis una especie de "reglas de urbanidad comunistas"? «Esto es importante. El estilo es comunicación, en esto siempre hemos sido muy rígidos. Hay quienes nos acusan de ser ideológicos, de dárnoslas de puros porque no queremos aparecer en fotos. Pero lo hacemos por razones precisas. Ética y estética son, no quiero decir coincidentes, sino que están casi superpuestas. Las reglas de urbanidad comunistas no son una manía, son esenciales, no son una pose, sino que se traducen en la adopción del copyleft, en la adopción del papel ecosustentable. Se trata de forzar los límites impuestos por la propia profesión para abrir resquicios. No hay reglas de urbanidad que prescindan de la eficacia. Nadie tiene la pretensión de hacer escuela o impartir preceptos. Jamás. La cuestión no es de mantener limpia la conciencia, la cuestión es hacer lo que se dice que se hace. Actuar consecuentemente con lo que se considera eficaz y útil, para sí mismo y para el mundo. Claro, me pondría muy contento si muchos autores como nosotros escogieran nuestras mismas preferencias: creo que sería muy útil para la circulación de los textos, para el incremento de los lectores en este país de analfabetos -algo lamentable- y para la conservación de los bosques: cuantos más lo hagan, mejor es. Pero no tenemos la pretensión de imponérselo a nadie, ni de juzgar a quien no lo haga». 01.03.07 · en interviste |